Los niños y el amor por los animales.

Inculca a tus hijos el amor a los animales.

Desde que tengo uso de razón recuerdo que en casa siempre hubo mascotas, casi siempre perros, y ese amor que mis padres me inculcaron hacia los animales se lo quiero transmitir a mi hijo Diego Alejandro.

Un niño que ama a los animales desarrolla sentimientos de compasión y habilidades afectivas hacia los seres vivos. La Real Academia Española define “empatía” como el sentimiento de identificación con algo o alguien y la capacidad de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos.

Esto aplica también para los que no tienen mascotas en sus casas. La mayoría de los niños se sienten atraídos por los animales pero amarlos y cuidarlos adecuadamente son habilidades que deben ser aprendidas.

Un niño que aprende a sentir compasión y amor por los animales, aprende, a su vez, la importancia de velar por los más vulnerables y la necesidad de ser gentil, paciente y cariñoso.

Consejos para padres

1- No le digas a tu hijo que el perro lo va morder ni que el gato lo va a arañar, en su lugar, si consideras que puede darse el caso, busca la manera de distraer al niño de la atención hacia la mascota.

2- No fomentes tus temores en los niños, si tu le tienes miedo a un animal, no intentes que tu hijo sienta lo mismo.

3- Es importante que los niños entiendan que su mascota es una criatura viviente que siente hambre, sed, frio, calor, miedo, alegría, y dolor, así como ellos.

4- Los niños hacen lo que ven. La mejor manera de que aprendan a cuidar de las mascotas es observando el comportamiento de sus padres.

5- Supervisa a tus hijos. Muchos niños mayores de 10 años deben ser capaces de cuidar a su mascota de manera responsable, pero los padres deben asegurarse que las necesidades del animal sean atendidas.

Inculca a tus hijos el amor a los animales

Desde que tengo uso de razón recuerdo que en casa siempre hubo mascotas, casi siempre perros, y ese amor que mis padres me inculcaron hacia los animales se lo quiero transmitir a mi hijo Diego Alejandro.

Un niño que ama a los animales desarrolla sentimientos de compasión y habilidades afectivas hacia los seres vivos. La Real Academia Española define “empatía” como el sentimiento de identificación con algo o alguien y la capacidad de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos.

Esto aplica también para los que no tienen mascotas en sus casas. La mayoría de los niños se sienten atraídos por los animales pero amarlos y cuidarlos adecuadamente son habilidades que deben ser aprendidas.

Un niño que aprende a sentir compasión y amor por los animales, aprende, a su vez, la importancia de velar por los más vulnerables y la necesidad de ser gentil, paciente y cariñoso.

Consejos para padres

1- No le digas a tu hijo que el perro lo va morder ni que el gato lo va a arañar, en su lugar, si consideras que puede darse el caso, busca la manera de distraer al niño de la atención hacia la mascota.

2- No fomentes tus temores en los niños, si tu le tienes miedo a un animal, no intentes que tu hijo sienta lo mismo.

3- Es importante que los niños entiendan que su mascota es una criatura viviente que siente hambre, sed, frio, calor, miedo, alegría, y dolor, así como ellos.

4- Los niños hacen lo que ven. La mejor manera de que aprendan a cuidar de las mascotas es observando el comportamiento de sus padres.

5- Supervisa a tus hijos. Muchos niños mayores de 10 años deben ser capaces de cuidar a su mascota de manera responsable, pero los padres deben asegurarse que las necesidades del animal sean atendidas.

Inculca a tus hijos el amor por los animales

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Congresista federal duerme en la oficina

MIAMI, Florida – Hace unas semanas entrevistando al congresista republicano del sur de la Florida, Carlos Curbelo, para un reportaje que estaba trabajando para Noticias 23, se me ocurrió preguntarle cómo le iba en su nuevo rol de representante federal y qué era lo más difícil de ese trabajo. Curbelo me respondió que el cambio no había sido fácil y que estaba durmiendo en la oficina.

Pudieran decir que los periodistas somos chismosos y que queremos saberlo todo pero imagínense ustedes, mi reacción inmediata fue: ¿En la oficina congresista? ¿Por qué?

La respuesta de Curbelo fue aún más interesante para mí y por supuesto, que quería compartirla con nuestros televidentes. Inmediatamente le propuse viajar con él a Washington para seguir su rutina durante todo un día en el Capitolio y poder mostrar lo que nunca vemos; lo haría para mi segmento «Este es mi Trabajo».

Fantasmas diplomáticos en Miami

  

 

 ¿Que tienen en común los fantasmas y una sede diplomática? ¿Les parece demasiado exagerada ésta comparación? Pues en Miami nada es imposible, y menos ahora que Cuba y Estados Unidos se preparan para reabrir embajadas y se contempla una posible oficina consular en la llamada capital del exilio cubano.

 

Luego del anuncio de Raúl Castro y Barack Obama de abrir, cuanto antes, embajadas en Washington y La Habana, la segunda batalla será en Miami cuando venga la propuesta de abrir un consulado cubano. No cabe duda que Miami es el lugar más lógico para un consulado basado en el criterio normal que los gobiernos toman en cuenta para establecer dicha oficina. La apertura de un consulado se basa generalmente en tres aspectos fundamentales: población, comercio y turismo.  Hoy en día Miami cuenta con 36 oficinas consulares, la quinta ciudad del país en término de misiones diplomáticas, con representación de casi todos los países del hemisferio, incluyendo países de Europa occidental y hasta Japón.

 

Antes del rompimiento de las relaciones entre los Estados Unidos y Cuba existieron unos 20 consulados cubanos en territorio norteamericano y en la Floridahubo sedes en las ciudades de Jacksonville, Tampa, Cayo Hueso y, desde luego, Miami.  Las oficinas cubanas aquí estaban localizadas en una elegante mansión construida por el gobierno cubano en 1922  que se llamaba Villa Paula en honor a la esposa del primer cónsul cubano en Miami, Don Domingo Milord.  Los obreros que realizaron la construcción eran cubanos igual que el arquitecto y todos los materiales fueron traídos de la isla.  La edificación existe todavía, bien mantenida, y se encuentra en el barrio que hoy se conoce como “La Pequeña Haití”.  El dueño actual es una empresa que la compró en 2003 por $275,000 aunque el año pasado el tasador público de Miami-Dade le fijó un valor por debajo de $100,000.

 

A pesar de su glorioso pasado histórico y grandeza arquitectónica hoy la mansión es más reconocida como la casa de fantasmas más legendaria de la ciudad.

La trágica historia de la casa comenzó cuando Doña Paula falleció por complicaciones relacionadas con la amputación de una pierna.  Actualmente abundan historias de cómo los espíritus tocan en la puerta y como la puerta del dormitorio se cierra sola.  Y como en ninguna casa cubana puede faltar el café también existen reportes de un fuerte aroma de café cubano emanando desde la cocina.  Parece que éstos fantasmas son bien hospitalarios.

 

Ahora que, como parte de una operación consular, existe la posibilidad de que tengamos funcionarios del gobierno cubano trabajando y viviendo junto a nosotros en la mismísima capital del exilio, nuestra comunidad lucha por decidir si los fantasmas se quedarán en el pasado igual que la política norteamericana hacia Cuba durante las últimas cinco décadas.  ¿Estamos listos para darles una calurosa bienvenida a estos cubanos que ahora almorzarán en las mismas cafeterías donde también comemos nosotros, harán sus compras en nuestros mismos supermercados y tendrán hijos  que se sentarán al lado de los nuestros en las aulas escolares?

 

El Alcalde Tomas Regalado prefiere quedarse con los fantasmas. Junto con otros lideres locales, Regalado se ha manifestado en contra de una presencia oficial cubana en Miami y anticipa un problema de seguridad si eventualmente algunas personas tratan de hacerle algo al consulado.  Ellos lo consideran una provocación al dolor del exilio.

 

En el Sur de la Florida residen la mayoría de los cubanoamericanos que tienen familiares en la isla, viajan allá, envían remesas y ahora quieren hacer negocios. Esas personas van a pedir un consulado en Miami, por conveniencia. Veremos si quienes tengan que  tomar la decisión tendrán en cuenta a los que piden por conveniencia o a los que rechazan por convicción.

 

Si Cuba finalmente decide abrir un consulado en Miami tal vez escoja

éste recinto histórico, Villa Paula,  como su sede.  Y si esto pasa, ¿se exiliarán los pobres fantasmas o serán los fantasmas los que les entreguen la llaves de la ciudad a los funcionarios cubanos en nombre de Regalado?


por Gloria Ordaz

presentadora del Noticiero Univision 23

twitter: @gloria_ordaz

 

ESTE ES MI TRABAJO: Cazar Pollos en Miami

Comprobé junto a Noticias 23 que en la ciudad de Miami hay una sobre población de pollos que tiene a los vecinos molestos. Las autoridades de la ciudad tuvieron que asignarle la dura tarea de capturarlos al equipo encargado de mejorar la calidad de vida de los vecindarios (NET).

Yoani me hizo recordar

Me tomé el día libre para ir –como la propia Yoani– como una simple ciudadana, por cuenta propia, a la Torre de la Libertad a ver y a escuchar lo que venía a decir la famosa bloguera cubana.

Con Yoani reviví muchos recuerdos, en cierto modo casi dormidos pese a ser relativamente recientes.

Sí, me identifico con Yoani: primero porque nací y me crié en Cuba, no en la República de los 50 sino en la isla comunista de los 70 y los 80. Fui una niña que sufrió el temor infundado a despertar bajo una lluvia de bombas americanas cualquier domingo de verano.

A los 6 años, con un orgullo tremendo –debo confesar– me pusieron la pañoleta azul y me convertí en una pionerita “moncadista” bajo el compromiso “colectivo” de ser como el Ché. El lema “Pioneros por el Comunismo, ¡Seremos como el Ché!”, pregúntale a Yoani cuántas veces lo repitió. Todos los días, antes de clase, yo también. Para la niña que fui, ser como el Ché significaba ser valiente, solidario con todas las personas y pueblos del mundo y estar dispuesto a defender la Patria. Por supuesto que yo quería ser como el Ché Guevara.

En el Preuniversitario, parte del currículo era la clase de PMI (Preparación Militar Inicial) en la que nos preparaban para “defendernos de Estados Unidos”. Como una idiota tenía que disfrazarme de miliciana, cargar un tosco fusil de calamina que pesaba más que yo, réplica de un AK-47, y arrastrarme entre la hierba para evadir a un enemigo imaginario al que debía aniquilar lanzándole unas granadas de utilería. La clase de PMI era obligatoria, como la de español-literatura, matemáticas y otras ciencias. Llegué a creer que toda la escasez y los problemas de mi país eran culpa del bloqueo imperialista (el embargo). La realidad es que a mí también me adoctrinaron.

Yoani lo dijo: “Del adoctrinamiento siempre es posible despertar”. Yo desperté, pero después de la adolescencia. Esa es la verdad.

Un día me convertí en una señorita, coqueta, quería salir con mis amigos, tener ropa nueva, zapatos, maquillaje, todo lo que no existía en mi país. Y yo sí tuve puntería: mis 15 fueron en pleno Período Especial en Tiempos de Paz, el terrible verano del 93, bajo la más angustiante crisis económica, alimentaria, humanitaria y de esperanza que le tocó vivir a millones de cubanos. Pero mi madre resolvió rápido, llamó a la tía que vivía en Miami. Y yo tuve mi fiesta con ropa nueva.

Creo que fue en ese instante cuando empezaron las preguntas, las inquietudes y la rebeldía. Un día me enteré de que el guerrillero heroico argentino era en realidad un rebelde sin causa que detestaba bañarse, con un carácter ácido y vengativo y las manos manchadas de sangre. Qué decepción, yo que por tantos años quería ser justo como él.

También debo confesar que yo no fui como Yoani. Yo escogí el camino fácil. Tras el divorcio de mis padres en 1994, le pedí a mi madre –siempre mi madre–: “¡Llama a mi abuela y a mi tía y pídeles que nos reclamen, yo me quiero ir de aquí ya. Por favor!”.

Han pasado 14 años desde el día que dejé Cuba con una visa definitiva. Y estoy de acuerdo con Yoani: después que uno se exilia, emigra, toma el vuelo, se marcha –póngale Ud. el verbo– jamás vuelve a ser la misma persona. Porque “la libertad es contagiosa”. Bien lo dijo Yoani Sánchez en la Torre del Downtown de Miami, la Torre de la Libertad.

Respeto a los que como yo emigraron a Estados Unidos u otros países y también respeto a los que, como Yoani, vienen de visita y quieren regresar.

Pionera

Publicado en El Nuevo Herald el 6 de Abril de 2013